“Caminante, son tus huellas El camino y nada más Caminante, no hay camino Se hace camino al andar”. – Fragmento de Cantares, Antonio Machado
Hace unas semanas tuve la oportunidad de volver a mi país luego de 5 meses lejos de la ciudad que me vio nacer. Recorrer las calles que conocía como la palma de mi mano y notar desde sutiles transformaciones hasta cambios sustanciales que se han generado con el masivo despertar de Chile. Observar paredes que hablan a través de sus escritos, expresando lo que muchos chilenos no se atreven a decir en voz alta por miedo a la represión y por anhelo de libertad.
“Plaza de la Dignidad”, Chillán. 31 de diciembre.
A ratos me sentía como una turista caminando por mi ciudad sintiendo que ya no es la misma, quizás porque yo también he cambiado. Sin embargo, agradezco haber podido visitar lugares infaltables como el mercado municipal de Chillán, que me llena de una energía única cada vez que voy. Todos los colores y aromas de las frutas y verduras, personas visitando “El arca de Noé” la librería más antigua de la ciudad. Otras recorriendo las artesanías, ver a gente esforzada trabajando desde muy temprano, personas que te saludan con una sonrisa aún si no las conoces, forman la esencia misma del verdadero Chile y uno de los recuerdos que más añoro.
Asimismo, disfruté enormemente de las tardes que compartí junto a mi abuelita y mi mamá, que me esperaban con pan amasado recién salido del horno y cerezas e higos recién sacados de la mata. Después, disfrutar el resto de la tarde en el jardín junto a mis perros, sintiendo los aromas de la huerta.
Recuerdo que un día, al ir atravesando la carretera pude observar largas hectáreas de monocultivos. Sobre todo de pinos y eucaliptos que secan la tierra, pero que están ahí debido a las grandes industrias que “roban legalmente” el agua de nuestro país, porque son dueñas de ella. Me hizo recordar que Chile es el único país del mundo con un sistema de agua privatizado. Luego, seguir avanzando y tener que pasar por el peaje más caro de Chile 5,56 USD por un tramo de 81 kilómetros. Pensaba en lo ilógico que fue llegar a permitir que un recurso básico como el agua, y que los tramos que permiten conectar diferentes ciudades, se volvieran en favor del lucro y de los intereses de las grandes empresas.
“Mercado Municipal de Chillán”. 27 de Diciembre.
Algunas duras realidades se hicieron presentes a lo largo de mi viaje, sin embargo, agradezco haber compartido las celebraciones de fin de año junto a mi familia. En víspera de año nuevo, repetimos tradiciones chilenas de siempre que nos darían “buena suerte” para el año próximo. Comer 12 uvas que representan cada mes del año, beber champaña con helado de piña, además de salir a dar una vuelta por la calle con una maleta para así tener un año en el que se pueda viajar.
Estando nuevamente en Tanzania, puedo decir que extraño las 3 semanas en que pude reencontrarme con Chile. Sin embargo, me siento agradecida de estar estudiando aquí y sé que mi familia también lo está. Pude darme cuenta de lo mucho que ellos significan para mí por todo el apoyo que me han entregado, además de aprender a valorar pequeños detalles como un abrazo de bienvenida. Sin duda fueron unas vacaciones distintas, reflexionando acerca de varias de las experiencias vividas acá y el haberme reencontrado con un Chile que despertó. Siento que necesitaba volver porque fue una oportunidad única para darme cuenta de lo que verdaderamente importa, además de recargar energías para el segundo semestre.
El 11 de enero emprendí el viaje hacia el aeropuerto Internacional de Santiago para regresar a Tanzania. Observar por última vez cada detalle y mirar a través de la ventana del avión para despedirme de Chile agradecida por los hermosos reencuentros. No como un adiós, sino como un hasta pronto.